viernes, 20 de diciembre de 2019

Tokenismo, normativización e invisibilidad

Llevaba pensando en escribir esto desde septiembre. Lo he pospuesto muchísimo y, ahora que J.K. Rowling ha resultado ser una tránsfoba, pisoteando los sentimientos de todas las personas LGTB+ que hemos sido fans de Harry Potter – especialmente, como es obvio, de las que son trans, me parece incluso más necesario que hace tres meses.

En febrero, cuando le hice publicidad gratuita al Mass Effect™: Andrómeda por lo de la diversidad sexual de los PNJs, me enfoqué más que nada en los videojuegos.

Un mes antes había traducido – malamente – una publicación sobre la importancia de los personajes no blancos en la narrativa occidental; después estuve leyendo a autoras y autores negros – en inglés y español – al respecto, y dejaré algún enlace al final de la entrada porque, obviamente, saben más y se explican mejor de lo que yo puedo aportar aquí en un recopilatorio general.

En uno de estos artículos, el autor entraba en materia citando a Maurice Mcleod, periodista de The Guardian, cosa que voy a copiar porque no tengo originalidad alguna y me parece una buena introducción:
«Si una raza no es asignada específicamente como negra o asiática, entonces se asume que la persona es blanca. Los blancos conforman menos de un tercio de la población del planeta, pero por la forma en que la sociedad está estructurada, a veces parece que se asume que el hada de los dientes o el conejo de pascua son blancos también.»
Esto pasa, y con todo. Si no se especifica el color, el género, la orientación sexual o alguna característica física personal como la miopía, la cojera o un bigote, el personaje por defecto es un hombre blanco cishetero con dos brazos y dos piernas perfectamente funcionales.

Gerard Butler. Gerard Butler es el personaje por defecto. La imagen es de la película Rock'n'Rolla que irónicamente es de mis favoritas.
Si decimos «dos médicos», aunque una de ellos sea una mujer, el estándar nos hace pensar automáticamente en dos varones. Entonces especificamos «dos médicos, un hombre y una mujer», y ambos son blancos. «Dos médicos, un hombre negro y una mujer asiática»: heterosexuales. Si tienen un rango de edad parecido (o ella es más joven) hasta podríamos aventurarnos a pensar que están juntos. Al mismo tiempo, vamos a dar por hecho que él tiene pene y ella vagina (exclusivamente porque ninguno es intersexual tampoco).

Y ¿qué pasa si en la escena entra otra mujer – blanca, porque no se dice – y le da un beso a ella? Que la médica asiática es lesbiana. Porque todo funciona así, todo es Barça-Madrid y si no eres de unos eres de los otros. ¡Rayo Vallecano! «No, pero del Barça o del Madrid.» No me gusta el fútbol. «JAJAJAJAJAJAJAJ no, en serio.»

Hace relativamente poco leí un artículo de opinión de Lewis Oakley en Gay Star News sobre representación bisexual en pantalla, que empezaba hablando del informe GLAAD:
«De los 329 personajes LGBTQ del informe del año pasado, el 28% fue contado como bisexual. Es un número significativo. El informe también recogía que, de 93 personajes bisexuales, solo 18 eran hombres. Para poner eso en contexto, en 2016 YouGov se encontró con que el 43% de las personas entre 18 y 24 años no se identificaba como gay o hetero, indicando grados variables de bisexualidad. Así que ese número no es muy representativo de lo que realmente pasa en el mundo.»
El autor señala también la mala representación que hace caer a los personajes bisexuales en tres categorías: tokenismo, manipulación y promiscuidad. Este primer término (que Google me traduce así y que no viene en el diccionario; no sé si existe una palabra equivalente en castellano, pero nos hace falta) es aplicable a la bisexualidad y a todo lo demás en esta entrada.
Tokenismo: la práctica de hacer solo un esfuerzo superficial o simbólico para algo en particular, especialmente reclutando a un pequeño número de personas de grupos subrepresentados para dar la apariencia de igualdad sexual o racial dentro de una fuerza laboral.
Oakley remata el artículo pidiendo una representación realista de los hombres bisexuales, lo que incluye mantenerlos dentro del armario porque es el caso de casi el 90%. Si lo que se busca es ser fiel a la realidad, me parece obvio que haya que empezar por ahí.

Siguiendo con la bisexualidad (yo no quería volcarme en este tema pero es uno de mis campos, lo siento), la primera vez que yo tuve conocimiento de que existía vida más allá de la dualidad homo/hetero fue gracias a Catherine Zeta-Jones en La Guarida, siendo yo pequeña, cuando explicó que su novio y su novia se llevaban mal. Recuerdo que pensé «¡¡¿¿se puede hacer eso??!!» y, aunque ser bisexual no incluye necesariamente salir con dos personas al mismo tiempo – cualquiera de las demás orientaciones sexuales lo permite, es una cuestión de si las relaciones son abiertas o no – supongo que quisieron dejar claro que Theodora era bi. Porque un beso puede ser gay, pero ¿cómo es un beso bisexual?

El caso es que, si no hubiese visto esa película, quizá me habría vuelto loca cuando a los catorce años descubrí que sentía algo por otra chica. Me costó un poco porque soy lenta, pero supe ponerle un nombre. Hay gente que no. Hay mucha gente que prefiere no poner etiquetas, pero a veces hacen falta, sobre todo si es para normalizar o identificar algo invisible para la mayoría.

Una de las cosas de las que más se quejaron cuando salió el remake americano de Death Note fue que L era negro. Y todavía recuerdo cuando ciertas personas concretas se enfadaron cuando se estrenó la película de Crepúsculo y algunos personajes cuyo color de piel no había sido especificado en las novelas resultaron ser – y recordemos las palabras de Mcleod – negros o asiáticos.

Halle Bailey como La Sirenita. A mí no me gusta Disney, pero, madre mía, EL ODIO.

Cuando se anunció que Halle Bailey iba a ser la nueva Sirenita de Disney, ardió Troya. Algunos preguntaron, indignados, si La Cenicienta iba a ser asiática y el general Shang transexual. Hubo personas que manipularon imágenes de las princesas racializadas de Disney para volverlas blancas.

Tenemos unos estándares tan marcados que no aceptamos que un personaje ficticio pueda ser negro, trans, asexual o manco si no está especificado.

Volviendo a Disney, me hace gracia que quienes se quejaban excusaban su indignación remitiéndose a las películas antiguas. Llegué a leer a más de una persona decir: «en la fábula original la Sirenita era pelirroja» o cosas por el estilo, como si en su mayoría no fueran adaptaciones – que por cierto tratan de suavizar y hacer parecer románticas las atrocidades de las obras originales – de cuentos de los siglos XVII, XVIII y IX en los que NO se especificaba. Sí, por el contexto (Europa) podemos suponer que todas las princesas eran blancas. Pero cuando en la obra no se menciona país («un reino muy, muy lejano») ni contexto y teniendo en cuenta que es ficción, es de suponer que las adaptaciones cinematográficas, al igual que las escritas, tienen que evolucionar para no quedarse obsoletas.

Si no es esencial para la historia que un personaje sea blanco, como sí lo es que Pocahontas sea nativa americana y Mulán china, ¿por qué damos por hecho que tiene que serlo? ¿En qué cambia la historia que la Sirenita sea negra, Blancanieves asiática o Li Shang bisexual (spoiler: ya se da por hecho que lo es)? ¿Sabe la gente que posiblemente La Sirenita sea una metáfora de una historia de amor gay?

Todo lo que sea no-blanco, no-heterosexual o alejado en el aspecto que sea de lo que está considerado como «normal» queda, en la mayoría de los casos, relegado a segundo plano. No importa que haya diversidad racial o sexual entre los extras de una película si todos los personajes principales son absolutamente normativos. Tampoco sirve si todos los personajes diversos están sujetos a estereotipos marcados por quienes los consideran diferentes y ajenos a su día a día.

Que incluso el tokenismo reciba quejas – «nos quieren imponer la homosexualidad» –  tampoco es precisamente esperanzador. La mera aparición de gente no cisheteronormativa en los medios audiovisuales, es decir, reconocer que existimos es motivo de indignación para algunas personas. Al escritor Nando López le dejaron un comentario hace poco diciendo «ustedes [los miembros de la comunidad LGTB+] no necesitan representación porque son una minoría.» VAMOS A VER, precisamente porque somos una minoría necesitamos representación.

#Harlivy, de @mayexplode
Y «representación» no es que un señor rándom en Avengers: Endgame comente que ha tenido una cita con otro señor en una escena de relleno fácilmente omisible en países donde se censura cualquier tipo de contenido LGTB+. Y si hablamos de Marvel o de superhéroes en general no hace falta «homosexualizar a los personajes», porque ya existen: Deadpool es pansexual, Iceman es gay, Harley Quinn y Poison Ivy son pareja y el Capitán América es bisexual, entre otros. Ya no es que se homosexualice a los personajes, es que se los normativiza.

Si eso no es censura, qué lo es.

Uno de mis principales problemas para con el remake de Ataque a los titanes de la mano de Andy Muschietti (It) – dejando a un lado la pésima calidad de los live action – es que prácticamente todo lo que me gusta de la obra de Isayama va, con toda probabilidad, a desaparecer. Las personas heterosexuales de Ataque a los titanes se pueden contar con los dedos de una mano, aunque haya quien lo niegue, y solo después de suponer, muy supuestamente, que haya alguna. De hecho, incluso el propio autor pasa de mojarse, utilizando el término «personas» (refiriéndose a los gustos de personajes concretos) en vez de especificar géneros. Isayama lo hace mejor que muchos.

Mis tres personajes favoritos. Ymir es la segunda, y es el único personaje específicamente gay del anime. La cuarta viñeta se volvió viral porque alguien escribió la verdad en ella. La frase original es «porque soy idiota», pero todos sabemos que eso no es una razón.

A veces no nos damos cuenta de la importancia de la diversidad en la ficción hasta que la falta de ella nos da de lleno en la cara. A mí me pasa. Decir «eh, todos mis personajes originales son blancos y cis, vamos a meter un poco de variedad» y entonces empiezan las dudas. ¿Y si lo estoy enfocando mal? ¿Y si estoy cayendo en estereotipos? ¿Y si esta expresión es tránsfoba? ¿Y si este personaje tiene un comportamiento demasiado blanco? Esto los escritores profesionales lo solucionan con lectores de sensibilidad, pero quienes, como yo, escriben regular y por afición, tienen que apañarse buscando en la red artículos como los que voy a dejar al final.

Si la normativización de la que hablo no fuese real, y la igualdad sí, esto no sería necesario. Que yo, mujer bisexual, sepa escribir desde el punto de vista de un hombre blanco, hetero y cis, sin necesidad de buscar ni preguntar nada, pero no desde el punto de vista de una mujer negra o de un hombre trans, aunque tenga más cosas en común con ambos que con, por ejemplo, Pérez-Reverte, me parece vergonzoso.

Y eso solo hablando de empatía, porque ¿os imagináis no tener ninguna representación? No ya mala, NINGUNA. ¿Si buscamos ejemplos de personajes trans, o intersex, necesitaremos los dedos de ambas manos para contarlos o nos llegará con una? Y eso buscando, porque de todo lo que hay en el mundo a nosotros solo llegan ciertas cosas.

Gavin Reed.
Algo más a tener en cuenta es que no todo el mundo crea contenido, no todo el mundo escribe o dibuja o desarrolla videojuegos, y eso no quiere decir que no tengan derecho a representación, por lo que a veces se reclaman aspectos – sin salir del fandom – para diferentes personajes. Por ejemplo, la comunidad fan tumbleriana de Detroit: Become Human, y más concretamente de Gavin Reed, ha «decidido» que él es trans. ¿Por qué? No lo sé. Me perdí esa parte. Es un personaje secundario, es imbécil y la cantidad de fans que tiene – yo la primera, como siempre – es incomprensible. Que sea trans no afecta ni a la trama del juego, ni a él como personaje, ni a nadie que no sea tránsfobo y no encuentro ninguna razón para quejarse. Habrá gente que sí, y que diga que tiene que ser cis porque en el juego no se dice que sea trans. (Ahora es cuando sopla el viento y parece que dice: «normativizacióoooon.»)

Personalmente creo que si dentro de una minoría se pide (o simplemente se extiende la idea de) que un personaje ya existente sea así o asá, y no interfiere con ninguna de las características que tenía anteriormente, no estaría de más oficializarlo. Que sí, que es verdad que desde la comunidad fan muchas veces se piden chorradas que no vienen a cuento – como lo de Jon y Daenerys, aunque lo de Jon y Daenerys sí hundió la serie – pero, como llevo diciendo durante casi treinta párrafos, la representación no es una chorrada.

Yo, añadiendo profundidad innecesaria a un personaje secundario // El creador

Stephen King prefiere no especificar demasiado para que el lector se imagine a las personas como quiera. No suele dar demasiados detalles sobre el color de piel ni sobre la vestimenta, cosa que valoro hasta cierto punto. Me parecería perfecto, repito, si la igualdad fuese real. Pero no lo es.

Y cuando se desarrolla un personaje dando por hecho cosas que no se especifican porque el propio creador no se las cuestiona («no voy a decir que este señor es heterosexual porque ya se sobreentiende» o «obviamente es hetero porque ha salido con mujeres») y resulta que ese señor tiene más química con su actual compañero – del que apenas sabemos nada – que con ninguna mujer de su pasado, y es perfectamente notable, a lo mejor el siguiente paso es darle otra vuelta al desarrollo del personaje y no decir «huy, esto es muy gay, HAY QUE MATARLO». ¿Estoy hablando de Chris y Piers? Estoy hablando de Chris y Piers. Aunque mi madre crea que Piers solo tiene dos fans (yo y Manuel – he puesto el yo primero a propósito), existe una teoría internacional de la conspiración que sostiene que su campaña de Resident Evil 6 solo terminó de esa manera para evitar reconocer la bisexualidad de Chris Redfield y perder ventas en países homófobos. Luego tuvieron un detallito en un cuestionario de residentevil.net que me hizo ilusión, sí, pero que no sirve de absolutamente nada (en la imagen, «C) Miró fijamente a cámara y habló largo y tendido sobre sus sentimientos por Piers»).

Quiero resaltar que tanto Gavin como estos dos son hombres blancos, y que los hombres blancos también se pueden diversificar. Los hombres y las mujeres heterosexuales se pueden diversificar. Las personas cis se pueden diversificar. Y no solo es que se pueda, es que se debe siempre que sea posible. Y como este es el trigésimo párrafo, y llevo tres días con esta cosa, voy a parar ya. ¿Voy a volver a sacar este tema? Por supuesto. Pero ahora os dejo ya con los enlaces y me voy.

(A medida que vaya leyendo más, iré dejando más cosas por aquí, supongo.)

Y esta gran definición aquí por si acaso.

sábado, 21 de septiembre de 2019

Bájenme de la camilla que me quiero ir

Hace algo más de cuatro años me curré un 10 en Ética haciendo un trabajo sobre violencia machista; al menos diez folios de anécdotas, observaciones, testimonios e información en general (además de vídeos, gráficas, recortes de periódico y diapositivas) en un lenguaje lo bastante sencillo como para que el 73.33% masculino de la clase captase la idea.

Recuerdo que me volqué por completo en ese trabajo; era más que una nota, ni siquiera entraba dentro del temario, era una responsabilidad. Me parecía prioritario porque mi yo de quince-dieciséis años había llegado a la conclusión, durante ese curso, de que ninguno de mis compañeros por sí solo iba a preocuparse lo más mínimo por este tema. En otras circunstancias quizá podría haber esperado un poco, a ver si en algún momento mostraban interés por algo más que el porno o que cantar el Cara al Sol a voz en grito cada vez que un profesor entraba por la puerta.

Lo que me llevó a plantearme ignorar mi miedo escénico y exponer mi trabajo frente a un público que TODAVÍA no era lo hostil que llegaría a ser más adelante fue la reacción de uno de esos compañeros cuando hablé del privilegio del hombre blanco heterosexual. Parecía asombrado de verdad cuando dijo: «si lo piensas... es así.» Fue una respuesta que me dio esperanza, una esperanza que se desvaneció cuando hice mi exposición y ese mismo chico prácticamente hizo apología de la violación hablando de las "calientapollas".

Recuerdo también que uno de los temas que despertaron más indignación fue el teléfono para las víctimas de violencia de género. «Y qué pasa con este porcentaje inventado de hombres que son asesinados por sus parejas», «si mi novia me pega y yo me defiendo, llama a ese número y el que se come el marrón soy yo», «las mujeres también maltratan», «al final salen beneficiadas de sufrir violencia de género» fueron algunas de las cosas que logré entender entre los gritos de rabia simultáneos de los chicos de entre 15 y 18 años que habían saltado de sus asientos cuando puse en pantalla la LIVG de la página de la Guardia Civil.

A veces no puedo evitar pensar que el 10 en Ética fue una muestra de compasión por haber tenido que soportar esa situación y no una valoración objetiva de mi trabajo.

El año siguiente, ya en Bachillerato, una de las cuatro chicas que habíamos conformado la parte femenina de clase, que se había unido al berrinche colectivo de sus compañeros masculinos durante mi exposición, decidió hacer su trabajo grupal de Inglés sobre ese mismo tema. No puedo culpar de nada a las otras chicas que participaron porque habían estado en otra clase diferente, y hasta donde yo las conocí eran buena gente. En un principio quise pensar que había sido una decisión conjunta y no de ella, pero cuando llegaron a ese mismo punto y dijeron que la violencia de género era del hombre hacia la mujer Y VICEVERSA y que el 016 era tanto para ellas como para ellos, me miró con un rencor que me dejó claro que no.

Y ahora, cuatro años más tarde, descubro que eso no es cosa del pasado. Que no fue un caso aislado, que no tenía nada que ver con que fueran adolescentes en una mala etapa y que no iban a cambiar con el tiempo. Que da igual que eso fuera hace cuatro años y que ya no tenga trato con ninguno de ellos... ni de ellas, porque siguen ahí. Quizá no sean las mismas personas con las que me vi obligada a convivir durante demasiado tiempo, pero siguen manteniéndome presa en ese momento.

Ahora, cuatro años más tarde, entro en Twitter y me entero por Gerardo Tecé de que el Gobierno andaluz ha aprobado, hace diez días, la creación del "teléfono de atención contra la violencia intrafamiliar".

Lee el artículo aquí.

La diferencia es que esto no es una gilipollez de instituto. No es personal. No es por joder a una compañera a la que le tenemos manía. ES A TODAS.

Todo lo que hace Vox me recuerda aquellos años de mi vida en que tenía que ignorar los himnos fascistas, los chistes nazis, la misoginia y el «Ángela nos oprime porque si nos reímos de ella nos denuncia» que no dejaban de repetir cuando uno de ellos recibió un aviso de la dirección del centro después de más de la mitad del curso cebándose en mí. Entonces la profesora de Ética se puso de su lado y me espetó que tendría que haber dialogado con él antes de hablar con Jefatura.

Dialogar con él.

Dialogar con Vox.

Y, sin embargo, Vox es un partido político legal que se salta los minutos de silencio por las víctimas de feminicidio y que irrumpe en las concentraciones con pancartas de «LA VIOLENCIA NO TIENE GÉNERO», que llama "instrumento propagandístico" a la violencia machista y que utiliza las violaciones a mujeres como herramienta para legitimar su racismo.

¿Con quién hablamos para que los expulsen? ¿Qué vamos a hacer cuando el trifachito ascienda al poder? ¿Se creen realmente alguna de las gilipolleces que dicen o solo lo hacen por lo mismo que los que fueron mis compañeros? POR JODER.

jueves, 18 de abril de 2019

Feminismo y transfobia, otra vez

Cuando escribí sobre esto la última vez fue porque nunca antes me había topado con este problema. Daba por hecho que el feminismo defendía a todas las mujeres, y no solo a las que tenemos vagina, pero cada vez es más evidente que no todas piensan así.

Desde mi entrada anterior el 14 de junio del año pasado, más de diez páginas y cuentas feministas que seguía en redes sociales y que nunca habían dado la menor señal de transfobia han ido sumándose a ella. Hasta este momento nunca creí que fuera a recelar de todo lo que llevase la etiqueta «feminista» por algo más que las cuentas fake de los trolls machirulos.

A estas personas no les gusta ser llamadas TERFs (del inglés Trans-Excluding Radical Feminism) y se autodenominan solo «feministas radicales» porque para ellas las mujeres trans son hombres y no tienen cabida en el feminismo. «Transfeminismo es misoginia» es el mensaje que repiten a las demás feministas, las liberales, para que nos demos cuenta, como si pudiesen convencernos - a las que consideramos a las mujeres trans nuestras hermanas y compañeras - de que el odio y la exclusión son el camino, aunque son ellas las que están odiando a otras mujeres y no las trans.

Hace poco eliminaron la cuenta de Tumblr de una TERF, redkatherinee, que publicó un cómic en el que se presenta sí misma como una bruja feminista radical que asesina a personas trans y se las come. Algunas escenas del cómic presentan a personas trans (solo parcialmente, ensangrentadas o como un plato de comida macabro) diciendo cosas como «¡TÚ, ESCORIA CIS!» O «¡CULPAD A LAS TERFS!» y tiene miles de notas en esa web. De hecho, como las publicaciones siguen en la web, los usuarios todavía pueden compartirlas o descargarlas y propagar el odio. Yo misma me he descargado la portada mientras escribía esto, antes de decidir que era contraproducente utilizarla para ilustrar el texto y borrarla.


De Arolem en DeviantArt, en señal de victoria después de que la cuenta de redkatherinee fuese desactivada.

Resulta gracioso (en realidad no, es enervante) que en ataques tan claros como el que acabo de mencionar, las TERFs se hacen las víctimas y demonizan a las trans, cuando en este cómic por ejemplo LITERALMENTE LAS ESTÁ MATANDO Y SE LAS ESTÁ COMIENDO. En una de las imágenes, el pie de foto era (traduzco): «las rosas son rojas, las lilas son azules, comprueba tu privilegio o la radfem te comerá.» Privilegio. PRIVILEGIO. De los creadores de «a los hombres también nos matan», «los inmigrantes se quedan todas las ayudas», «los chinos no pagan impuestos» y «¿y por qué no hay un día del Orgullo Heterosexual?» llega... ¡¡LAS PERSONAS TRANS TIENEN PRIVILEGIOS!!

No, queridas, falso. A las mujeres trans no solo las están matando, violando, prostituyendo, cosificando y discriminando en general como a las mujeres cis, no, también sufren exclusión por ser trans, pero es que además el movimiento que se supone que las defiende y reivindica los derechos que se merecen como seres humanos que son les está fallando, les está dando la espalda y está consiguiendo que el feminismo y la comunidad LGBTI+ se distancien y se antagonicen cuando deberían ser movimientos solapados*⁽¹⁾.

Hace ya tiempo se viralizó una fotografía de una pintada en la que una mujer daba las gracias a todas las mujeres con las que se había encontrado en los baños públicos, ensalzando el concepto del baño de mujeres como un símbolo de sororidad. Más tarde, el colectivo trans llamó la atención sobre esto, porque mientras las mujeres cis gozaban de un entorno seguro en sus baños, ellas sufrían un infierno cada vez que tenían que usar los baños públicos. A diferencia de las otras, ellas no tenían una vía de escape. Para el feminismo radical, esa llamada de atención fue un ataque, no una reivindicación ni una exposición de su realidad.

El otro día, una chica se quejaba de unos baños cuya puerta decía: «cualquiera que se identifique como mujer puede usar este baño» y «cualquiera que se identifique como hombre puede usar este baño». Decía que los baños no son para confirmar la identidad de nadie, sino que su función principal es ser «un espacio de seguridad para las mujeres», refiriéndose, obviamente a las mujeres cis. Yo creía que los baños eran para hacer caca y pis*⁽²⁾, pero oye. Aun así, entiendo lo que quiere decir, y lo comparto, pero no va a dejar de ser un espacio seguro para las mujeres porque dejemos entrar a mujeres... trans. ¿O es que tampoco quieres que entren las lesbianas?


«¿Cómo se han olvidado tan rápido las TERFs lesbianas de que hace como diez años todo el mundo decía que las lesbianas no deberían usar los baños/vestuarios de mujeres porque son predadoras y espiarían o acosarían a las inocentes señoritas heterosexuales?»
Las mujeres trans tienen un espacio en el feminismo, el que les corresponde por ser mujeres. Y ni las transfeministas ni las feministas liberales*⁽³⁾ tendríamos que estar recordándolo cada dos por tres. No somos más mujeres por tener vagina, y creerlo no nos hace diferentes a los antiabortistas, ni los machirulos, ni los tránsfobos, ni toda esa escoria enemiga del feminismo (que al final son la misma gente).

*⁽¹⁾Es cierto que ya hay una brecha provocada por los vientres de alquiler, pero esa es una relación de opresión vertical, de los gays (y los hetero) con dinero a las mujeres sin él. Ahí sí hay privilegio, es lo que Shangay Lily denominaba gaypitalismo. Por supuesto, no todo se reduce a hombres y mujeres cis y trans, también hay una escala de poder con otros factores como el dinero y la etnia. Es lo que tiene el capitalismo cisheteropatriarcal.

*⁽²⁾Yo estoy a favor de los baños de género neutro. Es verdad que deja de ser una vía de escape, un espacio seguro, y quizá no sea viable en todos los ámbitos, pero en la mayoría de los contextos me parece la mejor opción. Desde luego, si hay baños diferenciados, las mujeres trans van al de mujeres. No hay debate.

*⁽³⁾El liberalismo tiene dos definiciones. Cuando hablo de feministas liberales, no me refiero al "feminismo" liberal de C's, un feminismo falso con el que se pretende justificar la legalización de prostitución y los vientres de alquiler relacionándolo con el empoderamiento femenino cuando su fin es puramente capitalista.

No me gusta el término, porque se divide el feminismo en dos grupos mayoritarios: RadFems y LibFems, quedándose las primeras con el abolicionismo y la transfobia y las segundas con la transinclusividad y el pro-trabajo sexual. ¿Significa eso que siendo abolicionista tengo que considerar ofensiva la existencia de personas trans? ¡No! El feminismo radical trans-exclusivo es dañino para las mujeres trans; el feminismo liberal, para todas, y la contradicción está muy clara: si es perjudicial para nosotras, no es feminismo. Buscaos otro nombre.

martes, 5 de febrero de 2019

El futuro comienza en: ANDRÓMEDA

Cuando salió a la venta la última entrega del videojuego Mass Effect, lo primero que supe gracias a las redes sociales fue que la heterosexualidad ya no era obligatoria. Para mí, que lo único que me molestaba del ME2 era no poder tener rollete con Jacob siendo un tío, fue un notición.

(En su momento leí por ahí que en el 3 también se puede, pero a ese no he jugado... todavía.)

Sin embargo, no mucho después una página LGTB+ que sigo en FB publicó un artículo titulado "¿Homofobia en Mass Effect: Andromeda?". En él se quejaban -por lo que yo recuerdo- de que jugando con un personaje hombre solo existía una opción de romance gay -Gil Brodie-, mientras que los personajes masculinos heterosexuales y los femeninos podían emparejarse con todos aquellos con que el juego te ofrece la posibilidad de hacerlo.

Mentira.

Todos sabemos que siento debilidad por los personajes masculinos y que intento evitar la heterosexualidad en la ficción, ¿no? Bueno, pues como es obvio, en cuanto tuve el juego en mis manos el 12 de octubre decidí comprobarlo.

...Ya lo había decidido cuando salió a la venta, pero hasta octubre había sido una mera fantasía.

Así que, con mi hermano y mi mejor amiga por testigos, desperdicié una hora entera en hacer una copia más joven de Albert W. Krieg -mi personaje de Fallout 4- a la que llamé Albert W. Ryder y me lancé a la búsqueda de ese único PNJ gay porque Ángela va a lo seguro. En realidad no fue exactamente así porque tardé la vida en acostumbrarme a los controles y mi bff (best friend forever, porque en castellano es 'maps' y no) se fue antes de que yo fuese capaz de correr dos metros sin caer al vacío y no presenció nada. Pero bueno, EVENTUALMENTE conseguí abrirme camino hasta Gil Brodie.

Lo que yo no esperaba, porque ese artículo ya me había convencido después de que el único otro hombre humano de la Tempest aparte de Gil Brodie resultase ser heterosexual, fue que a mi Ryder intentara ligárselo un tal Reyes en un bar. Y al "¡hostias, hay otro!" lo siguió un "pues aquel señor no llegó hasta aquí cuando escribió aquello", pero es un poco más complicado que eso.

(Aun así es mentira porque Jaal Ama Darav también es una opción aunque sea un alien.)

La partida de Albert W. Ryder terminó con él y Gil Brodie a punto de ser papás.

Ryan Ryder, el siguiente, sucumbió a los encantos de Reyes Vidal, y resulta que su relación no dio tanto juego como la de Al y Gil, quizá porque Reyes no forma parte de la tripulación del pionero. 'Quizá' no, es así.

[Vídeo: Ryan Ryder y Reyes Vidal siendo muy cursis.]

Lo de pensar en frío no es el punto fuerte de Al.
Scott Ryder también acabó con Gil después de romper dramáticamente con Reyes (aunque no tanto como Albert) y de que Ángela casi lo emparejara con Jaal pero no.

Sara Ryder (sí, una chica al fin) tonteó con Pelessaria B'Sayle hasta el punto de tener sexo lésbico delante de mi madre gracias a mi don de la oportunidad y luego se 'comprometió' con Suvi Anwar, quien educadamente había rechazado a alguno de mis personajes masculinos con anterioridad.

It's a girl!
POR LO TANTO, en relación con el ya mencionado artículo "¿Homofobia en Mass Effect: Andromeda?", he de decir que no, no es tan chungo como lo pintan. Sí, es verdad que las relaciones que 'cuentan' son entre miembros de la Tempest, y que el único hombre no-alienígena no-heterosexual de la nave es Gil Brodie, pero no sé si se puede decir que eso es 'homofobia'.
TRIPULACIÓN DE LA TEMPEST
  • Cora Harper: HETERO
  • Gil Brodie: GAY
  • Jaal Ama Darav: BI/PAN
  • Kallo Jath: NOPE
  • Lexi T'Pero: NOPE (creo)
  • Liam Kosta: HETERO
  • Nakmor Drack: NOPE
  • Peebee: BI/PAN
  • Suvi Anwar: GAY
  • Vetra Nyx: BI/PAN
A mí ya me pareció súper revolucionario que en Fallout 4 a los personajes les diese igual el género del protagonista. A todos les da lo mismo que seas hombre o mujer. Con unos no tienes opción de flirtear y los otros están abiertos a todo. Pero ¿no les quita eso profundidad?

No digo que me queje; el juego está bien como está. Además, el único personaje oficialmente bisexual es Porter Gage y supongo que es para que cada uno saque sus conclusiones en su casa. Yo estoy firmemente convencida de Danse es gay, pero hay una ingente cantidad de mujeres enamoradas que no piensan lo mismo. Está bien, no pasa nada, es ficción.

Pero volvamos a ME: Andromeda, el futuro del futuro.

Una 'selección' de colonos de la Vía Láctea, humanos, turianos, salarianos, krogan y asari, viajan en crioestasis durante 634 años para poblar otra galaxia. Bien. Tenemos una cantidad limitada de individuos de cada especie, raza o como lo queráis llamar. Entre los humanos hay hombres y mujeres de todas partes: Nozomi Dunn, Vladimir Brecka, Raj Patil, Ryota Nakamoto, etc. Con tanta diversidad, ¿sería realista imitar a Fallout 4 y obviar la orientación sexual de los PNJs? Nop.

En el Nexus hay un señor llamado Ignacious Bailey que está muy interesado en la disponibilidad del ingeniero de tu nave.

El pionero turiano y su segundo en la línea de sucesión eran más que buenos amigos.

Una de las pilotos de Kallo estaba casada con una mujer.

Reyes Vidal asegura tener mejor gusto para los hombres que para las mujeres.

Tanto Cora como Liam te dejan bien claro desde el principio que, aunque aprecian el sentimiento, no están interesados en personas de su mismo sexo.

Gil lo hace un pelín más incómodo, pero lo deja pasar.

A donde quiero llegar es a que, sí, quizá haya menos opciones si tu personaje es un hombre homosexual (o una mujer heterosexual, vaya), pero tampoco se le puede llamar HOMOFOBIA. No, la heterosexualidad existe aunque no te guste, y los PNJs también tienen derecho a decidir si quieren algo contigo o no.


Mass Effect: Andromeda tendrá sus cosas malas, como todo, pero también tiene personajes diversos dentro y fuera de la trama principal, como tiene que ser.


ACTUALIZACIÓN: no, en ME3 Jacob no es una opción porque es heterosexual y tiene novia. POR QUÉ, JACOB, POR QUÉ.

viernes, 4 de enero de 2019

Un tarro lleno de personajes principales

«Esto es un tarro lleno de personajes principales:
En realidad es un tarro lleno de pasas recubiertas de chocolate encima de una bandeja sucia de televisión. Pero finjamos que las pasas son personajes ficticios redondos e interesantes con papeles significativos en sus historias.
Vamos a compartir estas pasas en una fiesta de Narrativa Occidental, así que sacamos dos tazones:
Izquierda: personajes blancos / Derecha: personajes de color
Ahora empezamos a llenar los tazones; primero solo el de la izquierda:

Esto no es para siempre, sin embargo. Llegado un punto empezamos a meter pasas en el tazón de la derecha. Pero por cada pasa que echamos en el bol de la derecha, añadimos un puñado al de la izquierda.

El problema de estos tazones es que nunca se «reinician». No podemos vaciarlos y empezar de nuevo. Aunque puede que hayamos perdido algunas pasas, debido a registros perdidos o historias rechazadas, nunca podremos simplemente volver a empezar. Así que, incluso si empezamos a llenar el bol de la derecha, todavía estamos muy por detrás del de la izquierda.
A medida que el tiempo pasa, el bol de la izquierda se va llenando de pasas mucho más rápido que el de la derecha.


Hasta que estos son los boles.
Ahora puedes mover y distribuir más pasas. Puedes añadir o quitarlas de los tazones, o puedes pasarlas de uno a otro.
Este es el bol de la izquierda. Quizá el número de pasas haya cambiado entre una foto y la siguiente. ¿Podrías decir si hay más o menos pasas? ¿Cuántas? ¿Quizá la misma cantidad?
No puedes asegurar nada, ¿no? Añadir o quitar una pasa de aquí no parece afectar mucho a este tazón.
Este es el bol de la derecha. Quizá el número de pasas haya cambiado entre una foto y la siguiente. ¿Podrías decir si hay más o menos pasas? ¿Cuántas? ¿Quizá la misma cantidad?
Habiendo tan pocas pasas, cualquier cambio es fácilmente detectable y marca una diferencia muy significativa.
Es por esto que es malo, incluso despreciable, coger un personaje que originalmente era de color y hacerlo blanco. Pero, ¿por qué puede ser positivo tomar un personaje originalmente blanco y hacerlo de color?
El bol de los personajes blancos está ya tan lleno que cualquier cambio en su número es casi impredecible (y de tomas formas, teniendo en cuenta la continua creación de nuevas historias, el cambio está destinado a deshacerse tarde o temprano), mientras que el bol de personajes de color cambia enormemente cada vez que añadimos o quitamos, y cualquier sustracción es una pérdida importante.
Esto también es algo que considerar a la hora de crear nuevos personajes. Cuando creas un personaje blanco ya has - por el contexto de la cultura más extendida - creado un personaje con al menos una característica que NO va a marcar la diferencia con respecto a la narrativa hasta ahora. Pero cada vez que creas un nuevo personaje de color, estás cambiando algo en nuestro mundo.
Quiero decir, imagina que las invitadas a tu fiesta llegan:
 Y entonces ven sus tazones:
Pero, antes de dárselos, miras directamente a los ojos de la niñita negra y coges dos de sus pasas y los echas en el bol de la niñita blanca.
Creo que estaría totalmente justificado que ella llorara o se fuera y te gritase. Porque, ¿cómo podrías hacerle eso a una niñita? Ya estabas dándole muchas más pasas a la niña blanca, y a ella tan pocas, ¿por qué habrías hecho eso? ¿Cómo te justificarías?
Pero por otro lado, si cogieras dos pasas del bol de la niña blanca y los echaras en el bol de la niña negra, y la niña blanca mirase su bol todavía lleno hasta el borde y decidiese que mover esas pasas fue injusto y pataleara y llorara y gritara... Bueno, pues entonces es una niñata mimada y consentida.
Y si vas a añadir nuevas pasas, parece más importante hacerlo en el tazón de la izquierda. Incluso aunque echásemos pasas en ambos boles al mismo tiempo desde ahora (y no lo hacemos), aún llevaría mucho tiempo que las cifras fueran lo suficientemente altas como para hacer insignificante la diferencia que ya hemos establecido.
Esa es la diferencia entre hacer blancos a personajes de color y hacer de color a personajes previamente blancos. Y es por eso que, cada vez que la raza de un personaje es ambigua y lo hacemos blanco, hemos perdido una oportunidad.»

Texto original: Tale as old as Time-Machine (tumblr)
Traducción de Ángela Austen Hoffmann.